lunes, 7 de julio de 2008

BOCA CHICA.- UN ENCUENTRO CON LA HISTORIA...(continuación)

Santiago F. Silva García (1)
María B. Cruz Martín (2)
Omar Jiménez Morgado (3)

(1) Licenciado en Física y Astronomía
(2) Licenciada en Biología
(3) Técnico Mecanización Industrial



Retomamos la descripción que veníamos haciendo de la travesía rumbo a la finca Boca Chica, en el municipio Arroyo Blanco, provincia de Sancti-Spiritus (Cuba) y cuyo objetivo central estaba relacionado con la localización e identificar el lugar donde fuera sepultado el cuerpo del Mayor General Serafín Sánchez Valdivia, luego de su caída en combate en el Paso de Las Damas, municipio Cabaiguán...

Por suerte divisamos un camino que nos condujo hasta el Centro de Recría Equina, perteneciente a la Empresa Pecuaria Arroyo Blanco. Aquí tuvimos la oportunidad de dialogar e intercambiar algunas impresiones con los trabajadores de este centro. Mientras llenábamos nuestras cantimploras, les explicamos nuestros propósitos; así como les expresamos su importancia. Minutos después de reiniciar nuestra travesía, pasábamos por la zona de El Dagamal y El Peñón, observándose ciertos cambios en el follaje de estas tierras cubiertas sólo por pastos a medida que avanzábamos poco a poco a un área o zona cada vez más boscosa y ya visible en la margen opuesta del río.

Hicimos de nuevo un alto a la sombra de los primeros árboles que encontramos. Nos mantuvimos algunos minutos en espera de que los caballos, sudorosos y exhaustos por el sofocante calor, se recuperaran. Ante nosotros, el Jatibonico del Sur -majestuoso en la primavera- daba ahora la impresión de un riachuelo. Sus aguas, cristalinas, no superaban los 20 centímetros de profundidad por el paso; que atravesábamos para alcanzar al fin la margen opuesta.

Tuvimos que aminorar la carga y tomando los caballos por las riendas, ascendíamos por un tortuoso sendero, por el que se podía distinguir plenamente -luego de llegar a la cima de esta elevación- la presa Lebrige.

La flora típica de estos parajes está integrada por árboles entre los que se destacan el almácigo (Bursera simaruba), el dagame (Calycophyllum candidissimun, palma real (Roystonea regia); entre otras de gran talla. Existen dos especímenes muy interesantes y poco comunes: el bejuco de vainilla y el comúnmente llamado bejuco de parras. El primero, lo emplean en ocasiones los vegueros para darle sabor o aroma al tabaco cuando este es curado o procesado y del que se obtiene el extracto de vainilla, muy utilizada en nuestra cocina. El otro se denomina bejuco de parra, del que brotan rápidamente gotas de agua por los diminutos conductos capilares, al ser cortado por ambos extremos. Esto constituyó una deliciosa experiencia práctica para todos.

La segunda capa vegetal está conformada por arbustos de poca talla, maleza y matorrales; esparcidos por doquier y aflorando de vez en cuando algunas "fajas" de dos o tres variedades de cactus sobre un suelo rocoso y desnudo.

En cuanto a la fauna, es rico en algunas especies de aves, que como el pájaro carpintero; ya extinto casi por completo en otras zonas del país. Aquí, sin embargo, lo vemos taladrando la corteza de los árboles en busca de su alimento en las palmas; las que han perdido sus penachos por la acción de las aguas, ya pertenecientes a la presa Lebrige. Se les ve a estas aves en otros árboles; donde pequeños gusanillos se refugian buscando sustento bajo su corteza.
Es abundante la presencia del Tocororo (Priotelus temnurus), el sinsonte (Mimus polyglottos), pitibobo (Contopus caribeus), la paloma rabiche (Columba junoniae), paloma aliblanca (Zenaida asiatica) ; así como la cartacuba (Todus multicolor) y algún que otro zorzal real (Turdus torquatus).

Estábamos tan absortos mirando todo cuanto nos rodeaba, que apenas escuchamos cuando Sebastián dijo:
-"Esta es la finca Boca Chica y aquella cerca es el lindero con la finca Las Olivas."

Quedaron los caballos fuertemente atados a unos arbustos y tomamos todo lo necesario para continuar nuestra labor. Avanzamos bajo el tupido follaje y al encontrarnos con La Aguada -de la que sólo se apreciaba su lecho, constituido por rocas y cantos rodados. Utilizamos ésta como vía mucho más rápida y segura para llegar finalmente a nuestro objetivo, del que sólo nos separaban escasos metros.




Una sensación inexplicable nos embargo a todos al aproximarnos cada vez más a lo que sin lugar a dudas sirvió para ocultar el cuerpo de uno de los caudillos más valientes y honestos de nuestras luchas por la independencia nacional: Serafín Sánchez Valdivia.


Localización y análisis de las evidencias


El sitio se localiza al NW del río Jatibonico del Sur y a unos 1200 m de este.
Su ubicación cartográfica está dada en la cuadrícula 5290; siendo las coordenadas: X-5225, Y-9005, de la hoja 4382-II, escala 1:50000 del ICGC.

A sólo 400 m del área donde estuvo sepultado el Mayor General Serafín Sánchez Valdivia nace La Aguada, la cual consiste en unos manantiales que al brotar en épocas de lluvia, vierten sus aguas a través de un zigzagueante y estrecho cauce, que sirve de afluente al propio Jatibonico del Sur.

Una frondosa y vetusta ceiba, situada a 4,40 m de La Aguada, es hoy quizás uno de los pocos testigos de este silencioso paraje, que soportó inmutable los momentos de amargura y dolor de aquel 19 de noviembre de 1896. La altura de este árbol excede de los 18 m y su diámetro, aproximadamente, 0, 98 m.

En el tronco de la ceiba, a 1 m del suelo, puede advertirse la presencia de cinco hendiduras u orificios; dispuestos de tal forma que uniéndolos entre sí conformarían casi perfectamente un rectángulo de 20 cm de largo por 15 cm de ancho. En el orificio superior derecho aún permanece incrustado -y en muy mal estado de conservación- un clavo, que a pesar de las inclemencias del tiempo no ha llegado a destruirse totalmente.

Resulta de interés lo observado en el tronco de esta ceiba en el que aparecen una letras talladas algo profundas en la corteza y que el propio crecimiento y engrosamiento de esta de esta han recubierto un poco. Mirando con fijeza y no sin cierta dificultad puede leerse la palabra "marzo"; la cual se halla a 6 m del suelo y 1,20 m más arriba de los orificios superiores, referidos con anterioridad.

No nos fue posible transcribir lo que representa el día y el año de tallada la inscripción debido a que fueron trabajadas muy superficialmente, haciéndose casi ilegibles.

Apenas a 2 m de la ceiba y en dirección opuesta a La Aguada, se encuentran dislocadas -unas cubiertas por la tierra y otras aflorando a la superficie- algunas de las rocas (de mediano tamaño), que sirvieron para proteger y conformar la sepultura. Emerge una joven algarroba (Ceratonia siliqua) como símbolo de unión entre la muerte y la vida, inclinándose entre el follaje en busca de los escasos rayos solares que logran iluminar, a duras penas, esta parte del suelo del monte.
Con relación al cercado de almácigos, pudimos verificar que no queda vestigio alguno del mismo.

Luego de concluir el croquis, echar una ojeada al lugar y tomar las notas de interés, valoramos sobre la impresión tan fuerte que habíamos recibido al poder palpar tan de cerca todo aquello. Todos sabíamos que quedaría en nosotros una profunda huella de aquel"encuentro con la historia".

Ahora sólo nos restaba arribar a determinadas conclusiones que dieran luz acerca de algunos aspectos que aún no estaban suficientemente claros y que tanto los elementos observados y estudiados en el propio terreno,conjuntamente con una revisión bibliográfica de documentos históricos existentes en el Archivo Provincial, posibilitaron aportar datos significativos para el esclarecimiento y el logro de un trabajo mucho más profundo.

En nuestro próximo post tendremos la oportunidad de conocer, en detalle, las conclusiones a las cuales arribamos; así como las recomendaciones que se derivaron de la investigación y la vinculación que se le concedió, a partir de estos instantes, al referido lugar histórico como sitio de peregrinación de personas de todas las edades.


¡¡Esperamos por su visita para que conozca algo más de nuestra historia!!


Copyright: Santiago F. Silva García
María B. Cruz Martín
Omar Jiménez Morgado


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